Tras esa conversación tan reveladora comimos en silencio y
pasó un buen rato hasta que logré reponerme de lo que me había enterado. Nunca
antes había tenido la conciencia de los sacrificios que el resto de Gadeira
había hecho para mantener el reino en mis manos, quizás Christopher llevaba
razón y yo no estaba obrando bien dejando Gadeira en un segundo plano para
encontrar a un completo desconocido. ¿Debía volverme? Estaba indecisa, lo que
sí tenía claro es que los habitantes de Gadeira, y en especial mi Ama y su
familia se merecían una recompensa a tanto sufrimiento y sobre todo a su
lealtad.
-Te quedaste en el momento en que tu madre te llevo con tu tío…
-¿Qué?
-Tu historia ¿Recuerdas? ¿El motivo por el que me necesitas ayudar?
-Sí claro, eso… Mi tío me acogió como uno más y crecí aprendiendo su
oficio. Aunque a mí el ganado no me gustaba mucho y en ocasiones me distraía
luchando con espantapájaros y la espada que Dorian me regaló antes de irme,
esta que llevo aquí, intentaba honrarlo todo lo que podía. Además de mis tíos
convivía con mis dos primas Anette y Mariel, esta última sólo dos años menor
que yo. Mariel y yo crecimos juntos prácticamente, de chicos jugábamos juntos y
éramos, como nosotros mismos nos bautizamos, hermanos de sangre. A medida que
fuimos creciendo ese amor de hermanos se transformó en simplemente amor y llegó
un día el primer beso, la primera caricia…
-No hace falta que entres en detalles, te estoy entendiendo. Ahora dime
¿Es por su amor por el que crees tener que demostrar algo?
- Es mi tío que se huele algo y como sobrino sí, pero como marido de su
hija no.
-¿Y por qué crees que con esto te aceptará?
-Por la sencilla razón de que a Dorian lo ha aceptado para Anette por
pertenecer a tu séquito.
-Importante razón, pues entonces cuando volvamos haré todo lo que esté en
mis manos para ayudarte.