Esa noche casi ni pegué ojo, no sé si fue porque por primera
vez era yo quien tenía la incertidumbre de nuestro destino o porque tras mucho
insistir Christopher y yo dormimos en la misma cama. Yo en mi lado derecho
intentando ni rozar un ápice de su piel y él en el izquierdo haciendo la misma
pirueta casi imposible. Pienso que él tampoco durmió en toda la noche, quizás
pensase que si me rozaba o algo sería como traicionar a Mariel.
Tiene que ser bonito estar así de enamorado y que te
correspondan, y ni que decir de que tu amor sea prohibido. Ese sentimiento de
imposibilidad, esa lucha por lo prohibido. Llevar tu amor por bandera contra
viento y marea. Son muy afortunados. Quién sabe, quizás el hombre de mis sueños
también luche por mí con esa valentía y arrojo.
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