-¡Ay Dios! ¿Cómo que no puedes?
-No. Me tacharían de cobarde y es lo que menos necesito en estos
momentos. A ver, hemos comenzado con mal pie. Hagamos un trato, yo te llevo
hacia el lugar ese que necesitas ir para llevar a cabo tu misión y tú a tu
vuelta le hablas de mi a mi madre y todos como un caballero honorable digno de
la mayor honra y esas cosas.
-No entiendo nada. Primero me insultas e insultas a toda mi familia y
lo que es más grave, dices no reconocer la ley divina por la que yo y todos los
de mi familia gobernamos Gadeira, algo así como una sublevación hacia tu reina.
-Princesa, aún no eres reina.
-Sea lo que sea estoy por encima tuya, ¿No te parece?
En fin, y cuando te digo que des
media vuelta quieres no se qué, de que hable bien de ti con el fin de sabe dios
que. Bien empezamos, estoy por volverme y dar parte ahora mismito. ¡Pero de
todo lo contrario!
-No exactamente. Es un trato.
-¿Crees que se puede hacer tratos con la realeza? Más bien te vuelves y
yo por ser hijo de quien eres no doy parte de que te metan en calabozos por
traidor. ¿Qué te parece ese trato?
-En serio, disculpa, no he tenido unos días muy agradables que digamos.
He tenido algunos problemas y todo el tema de aquella guerra, la muerte de mi
padre y mi familia no despiertan en mí los mejores deseos hacia tu familia.
Pero por favor, necesito llevar a cabo este trabajo, lo necesito.
-¿Qué te ha ocurrido y por qué tienes tanto interés en esto?
-Es largo y difícil de explicar.
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