En efecto, de la cocina sale a recibirnos una anciana de
pelo blanco ataviada con una túnica negra a la que mi Ama se refirió como
Adamaris, la anciana.
Adamaris la anciana, me miró con sus ojos ciegos y preguntó:
¿Es ella la que ves más allá? Siéntate.
Nos sentamos las tres a una mesa redonda y comenzó diciendo:
-
Me dijo tu
Ama que tus sueños son especiales. Dime niña ¿Qué ves en ellos?
-
No los
veo, los siento. Veo a un hombre. Lleva una Э al revés al
cuello. Sus ojos son negros y sus labios carnosos. Pero no logro ver más.
-
Haz de
encontrarle.
-
Pero ¿Y si
no existe?
-
Existe. Y
tú estas perdida sin él y él sin ti. Tienes un reino que gobernar y sin él no
lo conseguirás.
-
Adamaris,
no dudo de tu sabiduría, pero Luna toma hoy posesión de su cargo oficialmente.
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