Ya temprano reanudamos nuestro camino en carreta. A medio
camino mi incertidumbre me asaltó ferozmente y decidí saber hacia dónde nos
encaminábamos.
-
¿Hacia dónde nos dirigimos?
-
Hacia tu lugar de los espejos.
-
¿Y cuál es ese lugar?
-
Antanacló. Es una pequeña aldea famosa por sus
espejos mágicos.
-
¿Espejos mágicos?
-
Sí, así los llaman. Pero en realidad no tienen
nada de mágicos. Están hechos con un tipo de cristal que no refleja la imagen
que tienen delante sino la verdadera esencia de esa persona, es decir, todo
aquello que no se ve a simple vista en la persona.
-
¿Y eso me ayudará a saber más acerca del hombre
de mis sueños?
-
No sé, según tú los sueños son pistas. Algo
habrá allí que te lleve hacia él ¿No?